Las estadísticas describen una realidad fría: la tasa de fecundidad en los países ricos es inferior a 1,6 hijos por mujer; en los menos adelantados, de 4,4 y en África Subsahariana, de 5,1. A escala mundial, todas están disminuyendo. Pero tras los números, se halla la tragedia: más de 1.000 mujeres mueren cada día debido a complicaciones en el embarazo o el parto. Una cada 90 segundos. El 99%, en países en vías de desarrollo.
La salud reproductiva y el acceso a la planificación familiar es uno de los desafíos que más preocupa a los expertos. El razonamiento es sencillo: si las mujeres eligen cómo y cuándo ser madres, tendrán un acceso más igualitario a la sociedad y serán más productivas, reduciendo la pobreza. «No se trata de controlar la natalidad, sino de que decidan sobre su maternidad. Es fundamental fortalecerlas y acabar con las discriminaciones», resume José Miguel Guzman, analista de la UNFPA.
Mujeres y niñas comprenden la mitad de la población mundial. La mitad más desatendida: realizan dos tercios del trabajo y producen la mitad de la comida, pero sólo obtienen el 10% del ingreso. Además, de los 776 millones de analfabetos, dos tercios son femeninos. Y casi el 70% sufre violencia. Eso, sin adentrarnos en la salud, donde un embarazo puede convertirse en condena: según la ONU, es la principal causa de muerte e incapacidad entre las mujeres de entre 15 y 49 años de los países en desarrollo. Y hasta dos millones de recién nacidos no superan las primeras 24 horas de vida. Motivos hay: más de la mitad de los nacimientos en el sur de Asia y África se producen sin la asistencia adecuada.
Tras este oscuro panorama se esconde la escasa capacidad del sexo femenino para planear sus vidas: la ONU calcula que 215 millones de mujeres de países empobrecidos que desean espaciar sus embarazos no pueden hacerlo porque no tienen acceso a una anticoncepción efectiva. Y en el África subsahariana mueren 68.000 cada año por abortos inseguros. Planificación, sí. Pero combatiendo su lado perverso: según Naciones Unidas, más de 134 millones de mujeres 'desaparecen' antes de nacer debido a una preferencia por los bebés masculinos. El aborto selectivo es común en las grandes potencias, China y La India, donde el porcentaje de población femenina es ya un 8% y un 7% inferior al masculino.
Fátima Aburto, diputada socialista de la legislatura 2008-2011, recuerda que «se ha demostrado que en cuanto las mujeres tienen acceso a la educación, disminuye la natalidad y mejoran las condiciones de vida de familias y comunidades». Qué mejor forma de apostar por los 7.000 millones. «Trabajar en la prevención y la fortaleza de la mujer nos va a permitir ahorrar inversiones en una sociedad enferma», añade Filomena Rugero desde la Federación de Planificación Familiar Estatal. El Banco Mundial avala esta tesis: invertir cuatro dólares por persona en salud reproductiva evitaría el 8% de la carga mundial de enfermedades.
Pero como todos los desafíos, éste también tiene una lectura opuesta: en los países ricos, los esfuerzos gubernamentales van en dirección contraria, con programas para incentivar los nacimientos entre mujeres cada vez más reacias a grandes descendencias. Crisis económica y grandes familias no maridan bien en Occidente.
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